Para ponernos en situación y para los que no estén familiarizados con el término, comenzaremos por explicar qué es un exlibris.
La definición exacta es: Del latín, “de los libros de”. Es una marca de propiedad que normalmente consiste en una estampa (grabado), una etiqueta o un sello que suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro o en su primera hoja en blanco (por ejemplo, en la página del título), y que contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria. El nombre del poseedor va precedido usualmente de la expresión latina ex libris (o también, frecuentemente, ex bibliotheca o e-libris).
Aunque existen las primeras versiones del exlibris ya desde el Antiguo Egipto (el Museo Británico de Londres conserva una placa de barro cocido esmaltada en color azul con inscripciones jeroglíficas que perteneció al faraón Amenhotep III, s. XV a.C., que fue usada como marca de propiedad en los estuches de los rollos de papiro de su biblioteca), y en la Europa medieval, los monasterios empleaban sellos de cera para identificar sus manuscritos, no es hasta el nacimiento de la imprenta y la utilización de las técnicas de grabado cuando ya podemos hablar de los exlibris en el sentido en el que los conocemos hoy en día. Fue entonces cuando se popularizaron, sobre todo en Alemania, donde artistas como Alberto Durero comenzaron a diseñar.
En España, por ejemplo, cabe destacar la colección que conserva nuestra Biblioteca Nacional, de la que destacan por su interés histórico los pertenecientes a la Casa Real de España. Una pieza importantísima es el exlibris grabado por Goya para Jovellanos.
Pero además, entre los artistas españoles que se dedican a los exlibris, hay importantes pintores, grabadores y dibujantes como Lorenzo Brunet, Alejandro Cardunets, Ramón Casals y Vernís, Cayetano Cornet, Joaquín Diéguez, D’Ivori, Joaquín Folch, Luis García Falgás, Juan García-Junceda, Antonio Ollé Pinel, Ricardo Opisso, Joaquín Pla Dalmau, Alejandro de Riquer, Ismael Smith, José Triadó, etc.
Son muchos los escritores que los utilizaron en sus bibliotecas personales. Podéis ver imágenes de algunos de ellos: Arthur Conan Doyle, Friedrich Schiller, Lewis Carroll, Lord Byron o H. P. Lovecraft.
Bien, ya estamos en diciembre, la Navidad se acerca y ohhh, ¡pero si hay algún regalo en el que no hemos pensado! Nos sucede todos los años. Esta vez pensad en aquellos que tenéis cerca: familia, amigos; y que son auténticos amantes de los libros. Bibliófilos en toda regla. Para ellos, un exlibris personalizado sería un gran regalo que seguro que no se esperan. Hoy en día se pueden encargar en multitud de comercios, basta una rápida búsqueda en Google y encontraréis muchas tiendas donde poder personalizar el sello. Desde la forma (redondo o rectangular, por ejemplo), hasta el dibujo e incluso si queréis, que lleve el nombre de la persona a la que se lo vais a regalar. Es un regalo diferente. No todos los amantes de los libros conocen siquiera la posibilidad de marcar los suyos de un modo tan bonito.
Emulando a grandes escritores y a poseedores de importantes bibliotecas, nosotros también podemos usar un exlibris.
Os doy una idea para personalizar el sello: un árbol que en sus raíces tiene libros abiertos, de los que brotan ramas y hojas como palabras en el viento. En cada hoja se insinúan símbolos de los temas que apasionan a un escritor: una pluma que representa el oficio, un reloj que marca el paso del tiempo en las historias, y una pequeña luna creciente que simboliza los misterios de la noche y la imaginación.
Un exlibris es más que una marca, es un vínculo, una promesa de que, aunque un libro se extravíe, siempre será parte de ti. Una marca que perdurará por más años que pasen. Puede que, cuando una Navidad dentro de muchos años tus tataranietos cojan uno de tus libros, tu recuerdo les invada de una manera que jamás habrían podido sospechar.
¿Y ahora? ¿Ya sabes cuál va a ser tu próximo regalo?
No os olvidéis de que además de un bonito exlibris, un libro siempre es una buena idea. Regalar libros, regalar literatura, dar a conocer a autores de editoriales pequeñas y autopublicados, donde podemos encontrar grandísimos tesoros. No quiero decir con ello que regalar un libro que haya editado Planeta esté mal, pero seguro que ese libro ya está en tu lista de regalos para este año. Pensadlo y hacer esas listas de última hora. ¡La Navidad ya está aquí!
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