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Foto del escritorElena Picó

Costumbrismo millenial

Cuando lo cotidiano se convierte en literatura.


Cuando comencé a escribir sobre este tema, no sabía muy bien de qué manera enfocarlo, solo que necesitaba hablar de un género de literatura con el que había conectado sin darme cuenta, así que dejaré que fluya.



¿Por qué he conectado con esta temática de los libros y, además, ha supuesto un fenómeno para muchos lectores? Tal vez sea porque estos lectores y yo pertenecemos a ese grupo de población nacido entre 1980 y 1995 y probablemente hayamos crecido viendo las mismas series de dibujos, escuchando la misma música. Compartimos un estilo de vida, un pensamiento y una estética parecida, dentro de toda esa variedad que pueda existir. Somos millennials, los descendientes de la generación X.


Hemos crecido con el cine de aquellos años: Moulin Rouge, El diario de Bridget Jones, Chicas malas, 10 razones para odiarte, todas las películas de Freddie Prince Jr. La saga Scream, y si nos vamos al extremo de la fantasía, la saga Harry Potter o El señor de los anillos.


También es fácil de identificar el “sello millennial” en el arte, véase el estilo de las ilustraciones de Ana Jarén, por ejemplo. Fruto de esa influencia de estilo de vida del que hablaba, sirve para inspirar y encuadrar lo cotidiano de esa generación.


¿Y qué pasa con la literatura?


La literatura, en su concepto millennial, es muy reciente. Creo que esto se debe precisamente a que sus autores/as pertenecen a esta generación y, en primer lugar, debe ser muy difícil escribir sobre esa forma de ser para que se intente transmitir de una forma intencionada: cuando vives algo todos los días de la misma manera te llegas a creer que no es interesante (error). Por otro lado, no es fácil hoy en día abrirse camino, hacerse un nombre y convencer a los apasionados de la lectura de un concepto nuevo, cuando se creía que ya había etiquetas para todo. ¿Cómo saber que esta novela es costumbrista y, además, millennial?


El primer libro que me hizo plantearme este estilo, fue todo un fenómeno de ventas más allá de los pronósticos: “FERIA” de Ana Iris Simón; este libro se resume como “una oda salvaje a una España que ya no existe, que ya no es. La que cabía en la foto que llevaba su abuelo en la cartera con un gitano a un lado y al otro un Guardia Civil. Un relato deslenguado y directo de un tiempo no tan lejano en el que importaba más que los niños disfrutaran tirando petardos que el susto que se llevasen los perros. También es una advertencia de que la infancia rural, además de respirar aire puro, es conocer la ubicación del puticlub y reírse con el tonto del pueblo. Un repaso a las grietas de la modernidad y una invitación a volver a mirar lo sagrado del mundo: la tradición, la estirpe, el habla, el territorio. Y a no olvidar que lo único que nos sostiene es, al fin, la memoria”.


Otra novela que encuadro en este género del costumbrismo millennial es “Panza de burro” de Andrea Abreu que, con la particularidad de relatar esta historia en canario (sí, sí, el que se habla en las islas), se puede definir como “un canto a las amistades de la infancia, a los enfados entre niñas, a jugar a embarazar Barbies, a las tardes largas inventando juegos, a asumir bien pronto que en las relaciones humanas uno casi siempre manda y el otro obedece y a concebir al amigo un poco como al primer amor. Las escenas de costumbrismo infantil, que seguramente emocionen a cualquiera que haya nacido a partir del 90” porque, ¿quién no ha bailado las primeras canciones que se escuchaban de reggeaton, sin ser conscientes de lo que realmente transmitía? ¿Quién no ha jugado a ser madre paseando al Baby Born por las calles de su pueblo? ¿Quién no se ha dado su primer “magreo” con ese niño al que sabía que no volvería a ver hasta el siguiente verano, para hacerlo todo más dramático? Todas esas pequeñas cosas que han terminado creando a las mujeres y hombres que somos, tenían que contarse.



Por último, aunque podría hacer referencia a más, “Listas, guapas, limpias” de Ana Pacheco. Se trata de un contexto parecido, una joven a principios de los 2000, un verano en un barrio humilde. Mmm, verano, ¿por qué todas las cosas interesantes nos ocurrían en verano? La protagonista de esta historia tan cercana quiere dejar a su novio, pero hay algo que se lo impide.



Pero esa es la primera de sus dudas, porque le asaltan más y más, como tener que escoger una canción durante una fiesta, cuando tiene que elegir una pizza de la sección de congelados para la cena; o incluso cuando está hablando con su amiga de infancia, Yaiza, y no es capaz de sincerarse sobre sus planes de futuro. “Ese sentimiento paralizador no es otra cosa que su conciencia pisoteando cada una de las grandes o pequeñas decisiones que deberá tomar ahora que a ojos de todos ya es una mujer adulta”. Dudas y decisiones. La vida convertida en drama para una novela. No hace falta rebuscar en la campiña inglesa o en las calles de Nueva York para escribir sobre un drama romántico o una crisis existencial, porque todo esto, sin saberlo, ha formado parte de nuestras vidas.


Y estas jóvenes autoras están aquí para hacernos ver que nuestras vidas son dignas de ser contadas, son una novela, solo que no le damos la importancia que merecen porque nos eclipsan los romances victorianos o las aventuras en las Hightlands que, ojo, también están muy bien. Pero hagamos un pequeño homenaje y dediquémosle una historia a nuestro costumbrismo.


Una novela de costumbrismo millennial se caracteriza por los siguientes rasgos:


  • Describe las costumbres sin analizarlas ni interpretarlas.

  • Se ensalza la vida cotidiana como núcleo de la trama.

  • Es el contexto de toda una cultura de finales de los 90 y comienzos de 2000.

  • Los personajes de estas novelas ahora rondan la treintena.

  • Generalmente, se relata en primera persona, utilizando un lenguaje coloquial.

  • Los personajes no cuentan con ninguna particularidad, simplemente forman parte del entorno cotidiano.

  • El impacto de las TIC, grupos musicales, el despertar sexual, son los subtemas que subyacen en el relato.

  • Una descripción de la Infancia de los 90, tan distinta y a la vez tan cercana a la de ahora.

  • La vida se desarrolla en el pueblo, en un barrio obrero o en la periferia.


Si identificas alguno de estos rasgos en obras que hayas leído recientemente, es que ya te has adentrado en este género; a veces ocurre sin saberlo. Si no te has animado a leer esta literatura y eres millennial, te mereces regalarte esta nostalgia; si no lo eres, da lo mismo, estas historias no tienen nada que no vayas a entender, son historias humanas al fin y al cabo y es una oportunidad para conocer mejor el legado que ya comenzamos a dejar esta generación tan reciente.

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