Querido lector, ¿cuántas veces has pasado meses sin leer, horas mirando libros, buscando de reseña en reseña, de autor en autor y has decidido que no te apetecía leer ninguno? Créeme cuando te digo que a mí también me ha pasado y que, sin pretenderlo, he ideado un sistema de vuelta a la lectura.
Todos tenemos autores y libros que nos han robado el corazón. Guardamos en nuestras estanterías (o en nuestra biblioteca digital) auténticas joyas que desearíamos leer una y mil veces por primera vez. Yo, que soy una lectora empedernida, una escritora bastante peculiar y un ser casi raro, tengo en mi colección cuatro libros que me sé casi de memoria. Cada uno de ellos se ha ganado ese puesto por diversas razones. ¿Cuáles son? Coge un café, una infusión y un folio y toma nota.
¿Preparado? ¿Listo? Esas historias llegaron a mi vida cuando más las necesitaba.
Ya está.
Encontré en cada uno de ellos la tirita que precisaba para curar mi herida.
Por ejemplo, Marina de Carlos Ruiz Zafón, llegó cuando no tenía tiempo de leer. Era una lectura optativa en el instituto y yo, que por entonces leía muchísimo, estaba muy agobiada con los exámenes finales y decidí que ese último trimestre leería lo necesario para tener más tiempo para estudiar. ¿Qué hizo la vida? Plantarme un libro con mi nombre en la cara. ¿Qué hice yo? Morirme de curiosidad y apuntarme en la lista para leerlo la primera. Cuando leí: «Marina me dijo una vez que solo recordamos lo que nunca sucedió», lloré. Igualito que estoy a punto de hacerlo ahoritita mismo. La leí en un fin de semana. Y después la he releído infinidad de veces. Aunque, he de confesar, que me enfadé un poco con el autor porque, en mi cabeza a los diecisiete años, ese final no era válido. Ahora pienso que es uno de los mejores finales de la historia de la literatura.
También he de decir que soy muy fan de los clásicos y que, evidentemente, este libro es de mis favoritos. Solo lo he leído dos o tres veces al completo, pero de vez en cuando repaso fragmentos y me sé los diálogos de la película de memoria. ¿Una pista? Ambientado en el siglo XIX, hombre rico, mujer sencilla y muy amante de la lectura. Jane Austen tiene un hueco en mi corazón y Orgullo y prejuicio es una joya en mi colección. No penséis que tengo una edición ilustrada, ni mucho menos, pero sí una en tapa dura, pequeñita, muy cuqui y que he ido completando poco a poco. ¿Queréis morir de amor y de sentimientos? ¿Deseáis una historia en la que se ensalce la importancia de los pequeños detalles? Jane Austen, Elizabeth Bennet y el Sr. Darcy (conocido como mi amado Sr. Darcy) os esperan en todas sus versiones.
Ahora llega el turno del libro más sorprendente. Bueno, de la autora más sorprendente. Supe de ella cuando tenía doce años, el pelo castaño y me enfadé con la profesora de literatura porque no seguimos leyendo el resto de esa saga de libros. ¿De quién hablo? De Laura Gallego García y de los maravillosos mundos de fantasía que construye. Os lo prometo. Palabrita de buena persona que esta diosa (no hay otro calificativo para ella) tiene la facilidad, la capacidad y la cabeza para darle un giro de ciento ochenta grados a la trama para dejarte helada y obligarte a reestructurar parte de la historia en cinco segundos en tu cabeza. Una bomba de relojería. La saga de Crónicas de la Torre y Donde los árboles cantan son mis favoritos, aunque he leído todas sus obras.
Y, el último, y quizás es la historia que a mí más me toca el corazoncito, es No me compliques la vida. Esta historia la escribió esta servidora hace muchos años, pero se quedó en el cajón como si no existiera. ¿Por qué? Pues no lo sé. La publiqué hace un año y medio y lo hice porque me pasó una cosa alucinante. Resulta que empecé a leerla, como otras tantas veces, y me enganché. Pero enganchada como si no supiera lo que iba a pasar. Os prometo que no podía dejar de leer. Básicamente, parecía que no la había escrito yo. He avisado de mis rarezas, ahora no me valen las protestas. Daniela es el personaje que más me ha costado construir y con Pablo (mi Pablo) intenté romper ideas y mitos de los chicos malotes y, la verdad, creo que lo he conseguido. Y sin toxicidades, que para mí era lo más importante. En estas páginas solo hay amor del bueno, amistad de la buena y pocas ganas de que nos compliquen la vida.
Supongo, amable lector, que creerás que hoy, tras haber escrito este texto me siento un poco más especial y, aunque llevas razón, hay una situación que engrandece este día. ¿Cuál? Amigx, quedan 365 días para vestirme de blanco. ¡Que me caso en un año! La fecha para publicar este texto ha sido al azar, pero la vida y el destino se han encargado de llenarme un poquito más el corazón, de ponerme una lagrimita en el ojo y, sobre todo, de leer cada día un poquito más.
Querido lector, no temas leer una misma obra dos veces, crea tu zona de confort y permítete volver a ella cuando quieras. Hay historias para todos los momentos y momentos para todas las historias. Alguien dijo una vez que vivimos tantas vidas como libros leemos, pero lo que no sabía era que leer una historia mil veces, nos deja el corazón calentito y el alma en paz.
Gracias por llegar hasta aquí.
Nos vemos muy pronto.
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