En numerosas ocasiones he escuchado eso de: «ya sabía cómo iba a terminar desde el primer capítulo». Y puede que sea cierto. La mayoría de las novelas etiquetadas de género romántico contemporáneo que he leído tienen un final pronosticable. Solemos encontrarnos con la tónica habitual de “chic@ conoce chic@”. Al principio todo será muy complicado, pero a lo largo de la novela superarán todas las trabas hasta conseguir estar juntos. Puede incluso que en los primeros capítulos se odien (enemies to lovers). Aun así, basta con haber leído unas cuantas novelas de este género para identificar el conflicto que vendrá y el final feliz que encontraremos.
Entonces, ¿para qué leer más novelas de este tipo? La maravilla de este género radica en disfrutar de la pluma del autor/a. Descubrir cómo los protagonistas superan todos los obstáculos que se cruzan en el camino para conseguir estar juntos (que sí, vale, desde el principio sabíamos que lo estarían). No es tanto el qué, sino el cómo. ¿Cómo superan la ruptura de una anterior pareja? ¿Cómo se enfrentan a una pérdida inesperada? ¿Cómo luchan por sus sueños? En definitiva, cómo se desenvuelven en esas subtramas y la manera en la que evolucionan a lo largo de la historia.
Tan importante es el final como el recorrido hasta llegar a él. La delicadeza de las palabras para describir una escena o la capacidad de contar que los protagonistas se acaban de besar, de forma que también sientas ese cosquilleo en el estómago y el pellizco en el corazón como si fueras parte activa de la historia. Y es que la novela romántica va mucho más allá. Recordemos antes que en ellas la trama gira en torno a una temática principal que es el amor (obvio, ¿no?). Algo tan cotidiano y real como eso.
Por mucho que algunos se empeñen en empequeñecer todo lo que versa sobre los sentimientos o emociones amorosas, hay una realidad innegable: el amor es motor. No solo me refiero al amor de pareja, también al amor por los hijos, los amigos, el amor por una mascota o el amor por un ideal que mueva nuestra vida. Nos da vergüenza reconocer los sentimientos que hacen funcionar la pequeña maquinaria que late en nuestro pecho, cuando la realidad es que, de un modo u otro, todos lo hemos sentido en algún momento. De ahí la importancia de este género para mí. Entre las páginas de la novela romántica se plasman historias que mueven el mundo de forma silenciosa. Porque no, nadie puede vivir sin amor (sea romántico o de otro tipo).
Ahora bien, como lectores de novela romántica, ¿sentimos la necesidad de un final bonito en el que los protagonistas sean felices y coman perdices? Nos quejamos de lo previsible que puede ser a veces, pero, pensándolo bien, si la historia acaba de forma trágica a lo «Romeo y Julieta» o en una ruptura, siempre recordaremos esa novela con cierto regusto amargo, aun siendo grandes obras. Cuando leemos novela romántica buscamos recrearnos con las tramas, desconectar de los problemas e imaginar la vida de los protagonistas. Nos metemos tanto en la historia que vivimos lo que ellos viven, sentimos lo que ellos sienten. Por eso, un final triste dejaría cierto desaliento al lector.
A continuación, voy a citar algunos ejemplos de novelas románticas de autoras españolas en las que podemos intuir el desenlace desde los primeros capítulos. A pesar de ello, han sido para mí unas lecturas maravillosas con las que he disfrutado tanto del recorrido como del final que he encontrado.
En la bilogía de Andrea Longarela, Fuimos un invierno y Fuiste mi verano, encontramos a una protagonista que es Daniela. Tenía la vida que creía desear, pero, cuando menos lo esperaba, todo cambió. Por una serie de casualidades conoce a Luca, quien le hará cambiar su concepto sobre las segundas oportunidades.
En la novela autoconclusiva El día que dejó de nevar en Alaska de Alice Kellen, los caminos de Heather y Nilak se cruzan. Aunque, al principio, no parecen tener nada en común, a lo largo de la historia va fraguándose una bonita amistad. Saldrán a la luz grandes secretos que lo cambiarán todo.
En mi segunda novela, La chica que buscaba todas las respuestas, la protagonista intenta averiguar la verdad sobre su pasado, sin saber que en esa búsqueda encontrará también el amor romántico. Alana conoce a dos chicos en los primeros capítulos y será con uno de ellos con el que tenga un romance intenso. No es ningún spoiler decir que Alana terminará hasta las trancas por Kuj. ¿Será también a la inversa? Solo leyéndola podrás averiguarlo.
Volviendo al tema que nos ocupa, puede que desde la primera página adivinemos que se va a fraguar una relación entre los protagonistas con un desenlace feliz. Puede que no tenga un final sorpresivo, ni sostenga a lo largo de la historia la intriga y el misterio, pero ¿tiene menos valor por ello que una novela policíaca o histórica? En absoluto. Ya lo dijo Elizabeth Benavent en una entrevista: «Todavía no nos tomamos en serio la novela romántica». Pero ese es un melón que ya abriremos en otro momento, querido amigo.
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